Si hay una obra dramática en la que el gran público reconozca el nombre de los Machado esta es, sin duda, La Lola se va a los puertos.
La cantaora Lola brilla por sí misma e ilumina los espacios en los que su presencia se deja notar y por ella surgen distintos conflictos familiares y sentimentales. Aunque todos la idolatran, su único amor y verdad es el cante, asumiendo su destino («déjeme usted que corra / mi suerte que, buena o mala, / será mía y no de otra»). Encarnación del espíritu de la copla andaluza, del cante hondo, Lola pone a cada cual en su sitio, con igual capacidad para la sensatez y la renuncia y, sobre todo, para la fidelidad consigo misma.