Si en la historia reciente de España y de Galicia hay un período destacable, este es el de la difícil transición democrática, en el que el paso al Estado de derchoo resultó posible gracias al compromiso de gentes como Claudio Movilla. Hombre de un perfil cultural rico y complejo, labrado con fervor de artesano, de firmes convicciones, ejerció de magistrado en A Coruña, presidió la Audiencia Territorial de Sevilla y el Tribunal Superior de Justiza de Cantabria. Fué también magistrado del Tribunal Supremo. Lúcido creador de opinión, no eludió el riesgo de una expresión crítica, muy alto en ese marco institucional y más en momentos predemocráticos. Así publicó infinidad de artículos en diversos medios de comunicación, siempre sobre temas de la más viva actualidad, no sólo judicial, tratados con agudeza y con audacia. También escribió regularmente en revistas especializadas y fué excelente conferenciante. Militó activamente en Justicia Democrática, en la oposición al franquismo, y en 1984, fué de los promotores de Jueces para la Democracia, en la que tuvo siempre un papel relevante. Contribuyó a fundar y presidió el Ateneo de A Coruña.