Los dos textos nacen de sendas conferencias pronunciadas por el autor en el MNCARS.
Tanto Warburg como Einstein suelen ser calificados de marginales o anacrónicos. Lahuerta resalta que son precisamente la marginalidad y el anacronismo lo que les permitió mostrar una visión material del arte desde la más absoluta centralidad de su propio tiempo, contra las categorías historiográficas tradicionales y el canon operativo que desarrollaba la modernidad.
Mediante la acumulación Warburg y el despojamiento Einstein, mantuvieron ambos un insobornable compromiso entre su pensamiento y su vida, situándose en el polo opuesto al "intelectual orgánico", lo que les llevó a pensar que era más importante abandonar el despacho y pasar a la acción que refugiarse en a torre de marfil de la palabra.